3, 2, 1… Acción!!!

Tras permitirse soñar un rato con su objetivo y saborear cómo sería la sensación de haberlo conseguido, algunos coachees de repente parecen realizar un aterrizaje forzoso en la realidad, y lo que era una sonrisa ilusionada comienza a tornarse en dudas y suspiros, incluso en ocasiones incredulidad “Si supiera cómo hacerlo ya lo habría conseguido…”.

En este post, me gustaría compartir con vosotros el Método Grow, uno de los procedimientos que empleamos en coaching para caminar hacia el objetivo,  acortando la distancia entre dónde queremos estar mañana, y dónde estamos hoy. No importa lo grande que sea nuestro objetivo, siempre podemos trocearlo en diferentes metas para ir poquito a poquito.

Definiendo objetivos

Durante nuestra formación académica nos enseñaron a resolver problemas bien estructurados: Estado inicial definido (los datos del problema se recogen en un enunciado más o menos claro), estado meta conocido (lo que me piden se expresa explícitamente) y un conjunto de operadores que nos permiten resolver el problema (aplicación más o menos directa de lo que hemos estudiado para la resolución del problema…algunos ingenieros pueden no estar muy de acuerdo con este punto!). Sin embargo, los problemas en el ámbito profesional y en nuestra vida cotidiana, no suelen tener la misma estructura: Pueden existir elementos desconocidos en el planteamiento del problema; soluciones múltiples o inexistentes; procedimientos para la resolución inciertos. Esto puede hacer que en ocasiones nos encontremos algo perdidos y no seamos del todo eficientes a la hora de conseguir lo que queremos.

Misión-visión-valores

En ocasiones, ante unos resultados insatisfactorios sabemos que queremos un cambio, pero no tenemos muy claro hacia dónde. Nos planteamos objetivos o planes de acción de manera descoordinada y acabamos dando ‘palos de ciego’ olvidando que difícilmente sopla viento favorable para quien no sabe a dónde va.